lunes, 29 de junio de 2009

¿Por qué "Bolonia" no empieza en la inversión?

Aunque la palabra "Bolonia" está en boca de toda la comunidad universitaria, el secretismo con que se ha llevado a cabo el debate de este Plan revela que los objetivos que persigue son, cuanto menos, cuestionables en algunos aspectos.

Bolonia significa abrir el proceso de la “modernización” de la universidad, equiparar los estudiantes del Estado español con los del resto de Europa, fomentar la movilidad de personas entre Estados pero, si estudiamos con detenimiento la génesis y los fines de este Plan, todo el humo de la propaganda se desvanece.

Nadie pone en duda, a estas alturas del partido, que las universidades españolas están "pidiendo a gritos" una reforma.Para empezar, se ve falta de inversión.

Los defensores del "Plan Bolonia" afirman que, con su entrada en vigor, acabarán las clases magistrales y se emplearán nuevos métodos pedagógicos y didácticos pero, ¿y la inversión necesaria para garantizar una universidad pública de calidad?.

En Europa, la media de inversión en la universidad es mucho mayor que la que dedicamos en nuestro país. Actualmente, destinamos a la educación un porcentaje del PIB menor, por ejemplo, que el que se dedicaba en 1993 y, más concretamente, medio punto menos, situándonos, con ello, en un 4,54%.
Por otra parte, nuestra política de becas es, más de lo mismo, insuficiente. En nuestro Estado, sólo el 14% de los estudiantes universitarios reciben algún tipo de beca, un porcentaje ridículo si se compara con el 40% de media en el resto de Europa. De ahí que los rectores, constantemente, no sólo denuncien la falta de recursos económicos y cifren en más de 2.300 millones de euros la inversión urgente que necesita la universidad, sino que, también, crean necesario que se destine hasta el 7% del PIB como vía de garantizar una educación pública de calidad.

Las autoridades públicas no deberían limitarse a tirar sus "manos a la cabeza" tras analizar, frívolamente, los numerosos informes que, una y otra vez, nos sitúan muy lejos de las universidades estadounidenses y de casi todas las europeas.
Si invirtiéramos más en educación, se podría llevar un verdadero "Plan de Choque" que mejoraría la calidad de la universidad pública. Entre otras cosas, podríamos incrementar las plazas universitarias y, de esta manera, desmasificar las carreras más solicitadas; aumentar las becas o mejorar las bibliotecas y los centros de investigación. Bajo mi criterio, eso sí sería apostar por una verdadera integración en Europa, al tiempo que supondría mejorar de forma real la universidad pública.

Quizás, sería más "lógico" que empezáramos a parecernos a nuestros homólogos europeos en esta materia y que no nos "obcecáramos" en querer introducir un Plan que supone un gran esfuerzo de adaptación para nuestras universidades, las cuales, hoy por hoy, reconocen no encontrarse "capacitadas", sobre todo, por falta de recursos.

Europa debería ser más "solidaria" con la realidad educativa de nuestro Estado y nuestras autoridades públicas más "conscientes" de nuestra situación, teniendo en cuenta el criterio de profesores y alumnado, entre otros implicados, pues, al fin y al cabo, son ellos los afectados. La clave, a lo mejor, para aminorar las posturas frente al controvertido "Plan Bolonia" puede estar en la celebración de un referéndum oficial y vinculante sobre la reforma universitaria.

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